Marcos López

Marcos López no solo cultiva la fotografía como un arte, sino que, además, puede descubrir en viejas fotografías ajenas encontradas en mercados de pulgas y anticuarios lo que nadie ve, lo que está escondido. Si es cierto, como sostienen ciertos pueblos, que la fotografía roba el alma del fotografiado, este artista singular parece recobrarlas. Las máquinas-cajón de los fotógrafos de plaza, las lentes de fotógrafos anónimos y conocidos deben de estar llenas de almas en pena que dejaron su plácida impresión sobre el papel, pero que, puestas al trasluz por el artista solo le revelan a él su costado tormentoso e inquietante.

 

¿Y qué es lo que le gusta de las fotografías antiguas?

-Aunque la frase pueda sonar pretenciosa, creo que toda fotografía es antigua porque remite directamente al pasado. Si miro una foto que me mandó un amigo ayer por WhatsApp, ya es pasado. La fotografía documenta un tiempo que es irrepetible. Y con más razón estas fotografías que son seleccionadas de los cajones de los mercados de pulgas, de los anticuarios de San Telmo. El hecho mismo de ponerme a revolver esos cajones es como un viaje al pasado, a mi propia infancia y a mis padres. Todas las que elegí reflejan las ceremonias características de un sector social, de la clase media: comuniones, casamientos para toda la vida, esa cosa de la fe, del estudio. Al pintarlas, hago una redefinición de esas costumbres culturales.

-¿Siempre compró fotografías viejas?

-No, es algo reciente, de los últimos tres años. No soy un coleccionista y es posible que no siga comprando, que cierre ese proceso. Creo que la experiencia llegó a un techo y no necesito hacerlo más.

¿Al intervenir  esas fotos usted siente que le agrega otros sentidos?

-Es lo que hice intuitivamente. Por ejemplo, a una novia que sostenía en una mano un ramo de flores, le borré con pintura el ramo y le puse encima un leopardo. Entonces va caminando con un leopardo con un gesto de cierta soberbia o de que está en estado de éxtasis. Los fotógrafos les decían cosas a las novias y a las niñas que tomaban la comunión para hacerlas entrar  en un estado, como dije, de éxtasis. Era como si vieran a la virgen María frente a ellas. Hay exageración en esas fotos, solemnidad.

Fuente: https://www.tiempoar.com.ar/cultura/marcos-lopez-la-fotografia-es-el-documento-de-un-tiempo-irrepetible/